El día 14 de Agosto los socios del club Eloy, Manolin y Alberto emprendimos camino hacia el Pirineo para realizar un actividad que desde un tiempo a esta parte venía rondando nuestras cabezas, la misma consistía en realizar una ruta circular por la interesante y nutrida cresta que atraviesa el Perdiguero, y que en función de donde se marque la salida de la aventura y la meta final, puede dejar en el saco un buen número de picos de más de tres mil metros.
Esta vez el viaje de ida tuvo un sabor especial, ya que salimos en dirección Benasque a las 8 de la mañana, circunstancia que raramente ocurre en nuestras actividades pirineicas y que esta vez nos permitió plantear la estrategia de la actividad de una manera menos agónica de lo habitual, de este modo, nos encontramos a las 14.00 en el pueblo de Benasque, lo primero que hicimos fue comer un escuálido bocadillo que nos cargara de energía, para acto seguido partir desde el parking de la cabaña de Santa Ana hacia el refugio de Estos, y desde este al Ibón de Gías, en donde teníamos previsto pasar la noche vivaqueando románticamente bajo una luna llena de postal. Los tiempos previstos se cumplieron, costándonos dos horas desde el parking al refugio de Estos, y una hora y media más hasta el ibón superior de Gías (2600m). A las 19.00 nos encontrábamos en el Ibón dudando sobre si apurar el día y ascender del tirón a los picos Clarabides y Gías, que desde esa altura hubiese supuesto aproximadamente 3 horas más de actividad, sin embargo, e influenciados por los sabios consejos de Manolin, decidimos dejar estos picos para el día siguiente, aumentando aún más si cabe el listón de la actividad prevista.
Finalmente y tras la decisión de última hora tomada, el objetivo para el día siguiente iba a ser recorrer por el filo de la cresta, desde el Pico de Gias como extremo inicial hasta el Pico Perdiguero como extremo final.
Al día siguiente y visto el objetivo, decidimos madrugar, estando en pie y con todo recogido a las 7 de la mañana. Desde el ibón en el que vivaqueamos hasta el collado de Gías(2921m) nos plantamos en 45 minutos, para comenzar el ascenso de picos nos dejamos las mochilas en el collado ya que íbamos a realizar el recorrido de ida y vuelta, de este modo podríamos realizar más ligeramente la ascensión de los tres picos Clarabides y el pico de Gías, este recorrido se hace rápido ya que el terreno es poco técnico y la distancia entre ellos es muy corta, de vuelta recogimos las mochilas y emprendimos la ascensión a los discretos, pero no menos emblemáticos picos Punta Rocheblave y Torre Armeogaud, desde aquí y prácticamente sin darnos cuenta nos encontrábamos en la siguiente cumbre, Pico de Gourgs Blancs, este iba a ser el más alto de los tres miles que se encontraban en ese pequeño núcleo, desde este y tras descender a un pequeño collado, retomamos otra subida que nos llevaba al pico Jean Arlaud, una vez allí y después de llevar una par de horas sin descanso, nos tomamos un respiro para contemplar el paisaje que nos rodeaba, distinguiendo claramente el Posets y el corredor que ascendía a este y de mismo nombre que el pico desde el que lo contemplábamos que tan buenos recuerdos nos traía después haberlo escalado un año antes,
además, se veía al horizonte el Perdiguero y todo el cresterío que aún nos quedaba por recorrer, retomamos la marcha con el inmediato objetivo de descender del pico Jean Arnaud al Puerto de Oo, destrepando la pared Nord-Este de 150 metros que nos separaba del collado, una vez allí la perspectiva era espectacular, una afilada cresta nos esperaba, a través de la cual llegaríamos al siguiente pico superando pasos aéreos y patios vertiginosos, intensamente alcanzamos el Pico Audobert y desde este recorrer la líricamente controvertida cresta de la Baquo, Baque, o como se quiera llamar, alcanzando primero los dos Caps y seguidamente la Seil, una vez en la Seil y tras llevar 12 picos de más de tres mil metros recorridos, nos tomamos un segundo descanso de 10 minutos para recuperar un poco de energía y planificar los que nos venía, ya que según teníamos entendido se iban a suceder dos rapeles, antes del primero de ellos aún nos quedaba por ascender al pequeño pico del Portillon, al que se llega desde la Seil a través de un confortable pero no menos expuesto filo disfrazado de balcón desde el que observábamos el lago de Portillon, custodiado por el refugio Jean Arlaud (este tío era un maquina) en el cual en su momento nos cobijó en la noche anterior al ascenso de la cresta Lezat.
Desde el pico del Portillon emprendimos el descenso hacia el collado que lo separa del Pico del Portillo de Oo, para esta misiva se encuentran dispuestos dos rapeles, uno más evidente y otro un poco más escondido y que te deja directamente en el collado, conocido también como el paso del Caballo, nosotros nos decantamos por realizar el rapel que estaba más abajo, pero desde este nos dimos cuenta de que bajando aún más era posible realizar un destrepe permitiéndonos continuar sin parar a rapelar. Una vez en el collado atravesamos el paso del caballo sin mayor complicación y ascendimos por la vertiente española hasta el Pico del Portillo de Oo, desde este pico cambiaba el aspecto geológico de la actividad pasando del granito a una roca más rojiza y quebradiza de cuyo nombre no tengo el placer de conocer, en el descenso al siguiente collado, el del Portillon de Oo nos encontramos el siguiente rapel, que como el anterior, existen diferentes puntos desde el que tomarlo, y en el camino de encontrar el más apropiado, nos dimos cuenta de que el destrepe también era posible, así que no lo dudamos y continuamos sin sacar la cuerda, una vez en el collado, ya solo nos quedaba enganchar de nuevo un ascenso que nos llevaría al pico del Perdiguero,
no sin antes sacar la cuerda para trepar por un diedro de IV grado de 30 metros, el cual raudo y efectivo encadeno Manolin realizando una escalada clásica y asequible, pero no menos impactante y expuesta, superada esta pequeña parte vertical y más técnica de la jornada, ascendemos directamente al reivindicativo hito oeste del Perdiguero, desde el que finalmente y sobre las 16.00 de la tarde, llegamos al pico del Perdiguero, una vez allí agotamos los víveres restantes que llevábamos en la mochila para emprender el camino de descenso, no sin antes coronar el décimo séptimo pico de la jornada, el también reivindicativo y discreto pico Este del Perdiguero, finalizando así este suculento menú de Picos ascendidos en una misma jornada, el descenso fue extenso, silencioso y solitario, pues nuestras mentes se sentían llenas de sensaciones, imágenes y sentimientos los cuales nos sedujeron llevándonos así a una esperada perdida en el camino de vuelta, la cual solucionamos con un desvío provisional que efectivamente nos dejó de nuevo en el camino tomado en la aproximación del día anterior, dejándonos sedientos en el coche a las 20.00, 13 horas después de haber iniciado el camino de esta bonita actividad.